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La de Michael Ortega, una celebración al estilo 'Champions League'.
La de Michael Ortega, una celebración al estilo 'Champions League'.
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Pantallazo @WinSportsTV

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La eufórica celebración de Michael Ortega: ¿Venganza o burla al Junior y su afición?

También se mostró ante cámaras con gestos obscenos.

La celebración de un gol refleja el momento en que un futbolista consigue su objetivo. Y así, sale eufórico a celebrar en la tribuna con los aficionados y hasta se gana una tarjeta amarilla por quitarse la camiseta en medio de la alegría.

Sin embargo, el 99,99% de los jugadores se abstiene de hacerlo cuando se trata de anotarle un gol a un equipo al que estuvo vinculado, que le brindó millonarios beneficios y su afición respaldó su presencia.

Por lo menos es lo que se observa en las ligas europeas y también de América Latina, donde se evidencia el respeto de los jugadores para sus antiguos clubes y aficiones.

Pero, ese no parece ser el caso de Michael Ortega, nacido en el municipio de Palmar de Varela, departamento del Atlántico, y que aparentemente se muestra como un supuesto “juniorista”.

Tras su inicio en el Deportivo Cali, donde a duras penas, en dos años, apenas pudo convertir 3 goles en la Liga, fue traspasado al Atlas de Guadalajara (México), equipo en el cual convirtió un solitario gol en dos temporadas.

De ahí, volvió a jugar dos temporadas en el Bayer Leverkusen (Alemania), donde no hizo ni siquiera un gol  (2011-2012), siguiendo al VfL Bochum (Alemania), donde a duras penas hizo un solitario gol en dos temporadas, para luego llegar, con bombos y platillos, al Junior de Barranquilla, en medio de una millonaria contratación.

Con los ‘tiburones’, Michael Ortega no respondió a las expectativas deportivas ni a su alto costo, lo que generó críticas de una afición que esperaba más del palmarino. Realmente, su presencia en Junior fue definitivamente mediocre cuando estuvo en la cancha, porque adicionalmente permaneció lesionado.

Por eso, su retiro del Junior estaba más que anunciado, para seguir al Figueirense de Brasil, donde tampoco hizo gol, y aterrizar nuevamente en Colombia, en 2017, en el Once Caldas, donde anotó 5 goles, recibiendo una avalancha de críticas por su pobre actuación, que motivaron su salida del ‘blanco-blanco’ por la puerta de atrás.

Ortega corrió por toda la cancha para celebrar el gol ante Junior.

Ahora, con Deportivo Pasto, se jugó el domingo ‘el partido de la vida’ ante el Junior. Se le vio ansioso. Corrió. Las luchó todas, metió codazos (a James Sánchez), a veces estuvo malintencionado, lo que le valió un verdadero duelo con Luis Narváez.

Por todo ello se ganó una tarjeta amarilla, a los 26 minutos del segundo tiempo, que el árbitro Andrés Rojas no vaciló en sacarle, por su reincidencia en el juego malintencionado.

En pocas palabras, a Ortega se le vio un deseo de jugar, que nunca lo tuvo en Junior, como queriendo demostrar lo que no hizo mientras estuvo en Barranquilla ganando millones sin hacer nada.

Ese ‘partido de la vida’ lo rubricó al minuto 37 cuando anotó el segundo gol de Pasto.

A continuación, Michael Ortega salió en veloz carrera por toda la cancha celebrando a todo dar. Y eso está bien. Lo que nadie entiende fueron su forma de celebrar y sus gestos, que indudablemente indicaban una dedicación burlesca, y hasta vengativa, hacia su antiguo club.

Tanto así que se dirigió frente a una de las cámaras de Win Sports para hacer gestos obscenos con sus dedos, los cuales, obviamente, tenían una sola dirección: Junior y su afición. Una celebración como si se hubiese ganado la 'Champions League'.

Es bueno recordarle a Michael Ortega que su salida del Junior obedeció única y exclusivamente a su mediocre resultado deportivo. Y los actos burlescos y vengativos dejan mucho que desear de un deportista que se debe a las instituciones que los contratan y a la afición que respalda el fútbol profesional colombiano.

¡No hay derecho!

 

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